SILEX
El sílex (SiO2), también llamado pedernal en su variedad nodular de color negro, es un mineral perteneciente a las anhidras amorfas dentro del grupo de la sílice (como el cuarzo o la calcedonia), todas ellas de la subclase de los tectosilicatos. Su estructura es criptocristalina (agregados de cristales solo observables al microscopio electrónico).[1]
De gran dureza (7 en la escala de Mohs), se usó en la Edad de Piedra para la elaboración de herramientas cortantes por su capacidad de romperse en lascas (fractura concoidea, láminas rectas con ligeras curvas). Se rompía en puntas cortantes.
También fue usado para encender fuego por su capacidad de crear chispas al chocarse con otra pieza de igual o mayor dureza. Generalmente se halla asociado con la caliza, rocas sedimentarias formadas por carbonato de calcio, depositadas en aguas profundas. Típicamente se presenta en forma de nódulos entre estratos de caliza.
El hombre primitivo utilizaba el pedernal, junto con la obsidiana, un vidrio de origen ígneo, para manufacturar herramientas punzo-cortantes, como hachas de mano, puntas de flechas y puntas de lanzas.
Dado que el pedernal produce chispas al ser golpeado con otras rocas duras o con metales, también fue usado para encender hogueras. Posteriormente fue empleado en las primeras armas de fuego, las armas de chispa, para iniciar la combustión de la pólvora. Esta aplicación continúa hasta nuestros días, siendo común que se utilice para producir la chispa en los encendedores
MICROLITOS
Los microlitos son artefactos líticos tallados intencionalmente por el ser humano, sobre todo durante la Prehistoria, de tamaño extremadamente pequeño, pero lo suficientemente elaborados como para no ser considerados desechos ni accidentes de talla. Los microlitos tienen como soporte una hoja o una hojita (de sílex casi siempre) y su forma se remata por medio de retoques abruptos o truncaduras. Teniendo en cuenta estos rasgos comunes, suelen distinguirse dos grandes familias de microlitos: los laminares (más propios del final del Paleolítico Superior y del principio del Epipaleolítico) y los geométricos (característicos del Mesolítico, del Neolítico e, incluso de alguna cultura posterior con arraigadas tradiciones cinegéticas). En efecto, cualquiera que sea la clase de microlito (laminar o geométrico), se asocian a arma de caza, ya que son elementos que forman parte de la punta de jabalinas, venablos y, ya en periodos tardíos, de flechas.
MEGALITOS Y MENHIRES
El término megalitismo procede de las palabras griegas mega (μεγας), grande y lithos (λιθος), piedra. Aunque en sentido literal podemos encontrar construcciones megalíticas en todo el mundo, desde el Japón a los gigantes de la Isla de Pascua, en sentido estricto muchos autores únicamente denominan megalitismo al fenómeno cultural focalizado en el Mediterráneo occidental y la Europa atlántica, que se inicia desde finales del Neolítico y dura hasta la Edad del Bronce, caracterizado por la realización de diversas construcciones arquitectónicas hechas con grandes bloques de piedra escasamente desbastados llamados megalitos. Así, según estos investigadores, cuando hablamos de megalitismo no deberíamos incluir las construcciones ciclópeas correspondientes a otras dinámicas culturales como las del Bronce egeo, las baleáricas o las sardas, ni mucho menos las de Egipto o Polinesia.[1]
Grandes monumentos megalíticos se hallan diseminados por buena parte de Europa occidental, pero los focos más importantes se encuentran en Bretaña, sur de Inglaterra e Irlanda, y sur de España y Portugal.Ç
Un menhir es la forma más sencilla de monumento megalítico. Consiste en una piedra por lo general alargada, en bruto o mínimamente tallada, dispuesta de modo vertical y con su parte inferior enterrada en el suelo para evitar que caiga
El término es originario de Francia y resulta de la unión de dos palabras del idioma bretón: men («piedra») e hir («larga»). Fue adoptado por los arqueólogos en el siglo XIX.
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